La Historia de Algallarín, aunque para muchos sea un hecho sin importancia, nos traslada a uno de los pocos lugares del Sur Peninsular donde ha existido y existe un continuo poblamiento, manteniéndose su ocupación desde los albores de la Prehistoria a la actualidad. Su ubicación geográfica, sus abundantes suministros de agua y ríos con abundante pesca, una tierra fértil para la agricultura y ganadería, la proximidad de una sierra con abundante caza la ha convertido en el lugar idóneo para el desarrollo de la vida y la cultura.

Gran parte de sus hallazgos arqueológicos se encuentran ubicados en los más prestigiosos museos nacionales, Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba, e internacionales, Britins Museum de Londres, como en prestigiosas colecciones privadas. Todo ello acompañado de todo lo expoliado y ante la falta de un mayor estudio físico de su término.

PREHISTORIA

Su comienzo se encuadra en un periodo inicial ubicado sobre el año 50.000 antes de Cristo, donde a través de un importante asentamiento situado en las confluencias de los ríos Arenoso, río Guadalquivir y arroyo Pajarejos, conocido como “La Barca de Algallarín”, nos ha aportado una gran cantidad de piezas y útiles que demuestran su importancia habitacional y de creación de útiles para la caza, almacenamiento de alimentos, como de adornos y de rituales. Sirva como ejemplo algunos de los útiles que se muestran en las imágenes al inicio de este apartado.

EDAD DEL BRONCE Y PERIODO TARTESO

Con el comienzo de este nuevo periodo histórico situado cronológicamente entre los años 1.900 y 500 antes de Cristo, se mantiene la continuidad de habitantes a traves de un poblado “Ibero” y posteriormente y dentro del mismo periodo un poblado “Tarteso”, donde los habitantes de este último mantuvieron una industria manufacturera donde destacan dos ciervas realizadas en bronce, siendo estas dos piezas únicas y de incalculable valor dentro del arte animal en la Peninsula Ibérica. La primera de ellas se encuentra en el Britins Museum de Londres y la segúnda en la colección privada Varez.

ROMA

Los primeros datos sobre la instauración de Roma en nuestra provincia se refieren a las visitas realizadas por Claudio Marcelo a la ciudad indígena de Córdoba entre los años 169 y 152 a.C. En este periodo las tierras de Algallarín pertenecían a la ciudad de Sacili, situada en el cortijo de Alcurrucén, en el término municipal de Pedro Abad. Esta ciudad obtuvo la consideración de “Municipium” y la condición de Federada en el siglo I d.C.

En las tierras de nuestro pueblo se situaba la Quinta de recreo de los señores de la ciudad de Sacili, debiendo de ser de grandes dimensiones e importancia, como consecuencia de la cantidad de restos arqueológicos encontrados, en la que destaca la aparición de cinco sepulcros construidos con ladrillos de treinta centímetros de largo por dieciséis de ancho, realizados en tierra amarilla sin cocer, llamados xestípedes. En una de las sepulturas encontradas, según su inscripción, perteneció a Atio, Decumbino de la XXVa Legión de Caballería. Además, nos encontramos un puñal y una fístula (artilugio que utilizaba para sujetar la ropa y que ocuparían el lugar de nuestros actuales botones y broches), varios fragmentos de mosaicos y tejas romanas, una urna de plomo, dos fragmentos de una placa metálica decorada con un león en relieve y la cabeza de un hombre barbado, que correspondería con la figura de un fauno escuchando. Como además todas aquellas piezas que se encuentran desaparecidas y sin poder ser estudiadas, motivado por el continuo expolio.

VISIGODOS

En el siglo V, el deteriodo y decadencia del Imperio Romano es ya un hecho irreversible, siendo invadido constante y paulatinamente por los “invasores barbaros” del norte europeo. La Bética romana, fue invadida y saqueada su capital Córdoba por los vándalos en el año 411. Las quintas de recreo romanas se convierten paulatinamente en villas rurales, comenzando un progresivo aumento poblacional de las mismas, convirtiéndolas en pequeñas ciudades, donde sus propietarios las gobernaban como pequeñas naciones. Mientras, los menos pudientes se encomendaban bajo la protección de sus dueños a cambio de sus servicios, siendo este el inicio del posterior Feudalismo. Estos terratenientes o possessores tenían a su servicio pequeñas tropas para defender su territorio, construyendo a su vez las infraestructuras necesarias para mantener a las tropas de caballería, instalación de cuadras, edificios de vivienda y manutención de los soldados, etc.

Algallarín fue convirtiéndose de nuevo en una población creciente manteniendo como en toda la estructura política visigoda en una comarca feudal.

Dentro de los hallazgos más importantes destaca una “Cama de freno de caballo” fundida en bronce con forma de rueda, en la que se hay ocho radios distribuidos irregularmente y decorados con incisiones paralelas realizadas en frío. Éstos se unen en un aro central del que sale un cilindro saliente obstruido por un vástago de metal roto. El aro está decorado con minúsculos trazos aislados a cincel que van formando toda una serie de pequeños óvalos irregulares. El asa o estribo deja un hueco rectangular en su interior y las astas que la rematan están perfiladas; estas presentan un perfil parecido a la forma de un delfín.

Como un fragmento de talla epigráfica que se puede ubicar por su forma y esculpido de las letras en el siglo VII. Se trata de en una placa de mármol blanco de 33 cm de altura, 35 de anchura y 7,5 de grosor, presentando la parte posterior y el lateral izquierdo desbastados, el lado superior se encuentra alisado y la inscripción se desarrolla en cinco líneas de texto, encontrándose la primera línea incompleta y presentando un orificio al ser utilizada como soporte de quicio de una puerta. Las letras que la componen miden entre 1 y 3 centímetros y el texto se encuentra escrito en latín.

EL ISLAM

En el año de 711, discurre en tierras béticas la batalla de Guadalete, en las que se enfrentó el rey visigodo Don Rodrigo contra los musulmanes bereberes del norte de África, con resultado favorable hacia estos últimos, dando comienzo a la ocupación musulmana de casi toda la península ibérica.      

Durante el nuevo período de dominación musulmana, el emir Abderramán I establece el emirato independiente Omeya en el año 756, teniendo como capital a la ciudad de Córdoba y posteriormente convirtiéndose en Califato por proclamación de Abderramán III en el año 929, hasta que este fue abolido en el 1.031, dando lugar con su fragmentación a los reinos de taifas.

La estructura político-administrativa del Califato es muy parecida a la romana, organizándose en Coras y coincidiendo en muchas formas con los Conventus romanos. Estas se componían de distritos o Iqlim, que a su vez incluían castillos o Hussum y torres defensivas o Buruy.

Algallarín según datos históricos sobre la reconquista de Fernando III pudo ser un castillo o Hussum, perteneciente al distrito o Iqlim de Alcocer, ciudad cercana al municipio de El Carpio.

El nombre de Algallarín es de etimología árabe. Algunos historiadores árabes la ubican en el nombre andalusí de Al-Quasir, traduciéndose como “el castillo”. Durante la dominación musulmana los datos sobre la localidad son casi inexistentes, a excepción de su ubicación entre dos grandes vados para cruzar el río Guadalquivir, uno por su parte occidental llamado al-wadir, situado en la confluencia del arroyo Perogil y el Guadalquivir; y otro por su parte oriental llamado al-Kabbir, situado justo por debajo de la confluencia entre el río Arenoso y el Guadalquivir.

LA RECONQUISTA

En el año de 1.236, desde la ciudad de Andújar, el rey Fernando III inicia el avance castellano hacia la ciudad de Córdoba, tomando la ciudad de Montoro. Continuando su recorrido, llegaron a un lugar llamado Alcurrucén, lugar donde se encontraba en su día la ciudad romana de Sacili, donde se preparó la conquista de Algallarín, siendo alcaide de ésta fortaleza Mahoma Abodalí, cuyos ejércitos causaban numerosos daños a las tropas cristianas. Debido a que las circunstancias meteorologías se propiciaban adversas para vadear el río Guadalquivir y conquistar el castillo de Algallarín, resultaba complicado para un ejército acceder hasta él. Pero el 1 de mayo del mismo año se pudo vadear el río y acceder al castillo, pudiendo ser conquistado por un batallón militar a las órdenes del capitán don Tello, quedando como alcaide de la misma Alvar Fañez de Cárdenas, natural de Simancas, mandando el rey Fernando III para que tuviese al Cuartelejo de Alcurrucén como barrio suyo y jurisdicción. A continuación, el ejército castellano tomó la fortaleza de Alcocer (El Carpio) y la de Borcialuze (Bujalance).

La conquista de Córdoba supuso la instauración del culto cristiano en la misma, estableciendo los límites del obispado cordobés en base a las circunscripciones musulmanas del reino almohade. En 1.250, el Obispado de Córdoba hace una relación de las parroquias rurales conocidas entre las que se encuentra Algallarín. Las parroquias podían estar varios rectores y un solo vicario, estableciendo las rentas de las que se proveían económicamente en diezmos, aniversarios, derechos de sepultura, ofertorios y donaciones.

Sobre la desaparición de Algallarín como población independiente, pero demarcándose como aprovechamiento agrícola y de jurisdicción propia con determinadas tierras, existe varios factores: el primero se basa en el supuesto “milagro” del Cristo de Pedro Abad, el cual se detalla más adelante; el segundo debido a la importante pérdida de población como consecuencia de la epidemia de peste que asoló las tierras cordobesas en el año 1.348. Y la tercera, que parece la más acertada , sería la ocupación por parte de la familia Maricabrera de la gestión de los asuntos económicos y políticos de la población de Adamuz, en que le es de vital importancia a esta familia que esta villa ocupase un puesto de relevancia económica y social, con su consiguiente aumento de población, al restaurarse la vía de comunicación a través de ella entre Córdoba y Toledo, pudiendo así acceder a los cobros de impuestos y disponer de las prebendas que conlleva ser los que adjudicaran los derechos de ventas y tiendas en esta localidad. A pesar de este momento Algallarín mantuvo su estatuto de población realenga, demarcándose como aprovechamiento agrícola y de jurisdicción propia con determinadas tierras y manteniéndose como población realenga hasta finales del siglo XV.

EDAD MODERNA

Desde la toma de poder de las tierras de Algallarín por la familia Maricabrera, estas se convierten en Dehesa Cerrada con jurisdicción y término propio donde la Ley le otorgaba un gran Estatus de privilegios. Pero El día 31 de marzo de 1500, el convento de San Jerónimo de Valparaíso de Córdoba, adquiere las tierras de Algallarín a la familia Maricabrera, que se extendían algo más del doble de su influencia actual. Esta Dehesa Cerrada con Jurisdicción propia se convirtió en la más importante propiedad de uno de los más influyentes monasterios cordobeses y de una orden muy poderosa en el Reino de las Españas.

EDAD COMTEMPORANEA

Durante la regencia a María Cristina de Borbón en 1.836 y por parte del Ministro Juan Álvarez de Mendizábal se produjo uno de los acontecimientos socio económico más importante de España, la gran desamortización de propiedades de las órdenes religiosas. Las tierras de Algallarín fueron adquiridas por José Francisco Conde y Salazar y tras el fallecimiento de éste, la finca de Algallarín paso a propiedad de sus herederos entre los que se encontraba su hija María del Socorro Conde Salazar y Bonet, recibiendo como herencia el día 1 de julio de 1.834, comprando esta todas las propiedades a los restantes y constituyéndose en única propietaria de Algallarín. La señora María del Socorro Conde y Salazar, obtuvo el título de Marquesa de Conde Salazar el 29 de Enero de 1.875, a través de la otorgación del Papa Pio IX, constituyendo la base principal de su Condado las tierras de Algallarín.

LA NUEVA POBLACION DE ALGALLARIN

A mediados del siglo XX, la economía española sigue siendo predominantemente agrícola, recuperándose a su vez de los desastres de la guerra civil de 1.936-1.939 y de la gran sequía de los años siguientes. En Octubre de 1.939, el Ministerio de Agricultura crea el Instituto Nacional de Colonización y Desarrollo Rural, motivado por la necesidad de acometer una reforma económica y social de la tierra. Su objetivo principal era la necesaria transformación del espacio productivo, mediante la reorganización y reactivación del sector agrícola y el incremento de la producción agrícola aumentando las tierras de labor y la superficie regable. Para cumplir su función, el Instituto Nacional de Colonización, que era poseedor de tierras, las cuales eran transferidas en arrendamiento u otras formas de tenencia a los denominados colonos, que eran pequeños productores agropecuarios que debían pagar un canon o arrendamiento, hasta que finalmente adquirían la propiedad de la tierra. El Instituto realizó ambiciosos proyectos de parcelación por toda España, construyendo poblados de colonización al efecto.

Ante la aprobación del Consejo de Ministros, el 28 de Octubre de 1.952, el Instituto Nacional de Colonización inicia el expediente definitivo de expropiación forzosa de la finca de Algallarín, realizándose a través de la Jefatura Nacional de Madrid, apareciendo registrado en el archivo 2616/24, sección 3ª, registro 550. Llegado El día 11 de Junio de 1.952, la Dirección General de Colonización dio órdenes a la Delegación del Guadalquivir la ocupación urgente de Algallarín.

Una vez ocupada la totalidad de Algallarín y El Paraíso, se produce los procedimientos de ocupación por parte de los colonos. En la comunicación aprobatoria del Proyecto de Colonización, de fecha 11 de Septiembre de 1.952, la Dirección General estableció que en las 681,2685 hectáreas se asentasen 135 colonos.

Los colonos debían amortizar la compra de la tierra en un período de 25 años, donde no se contabilizarán en estos gastos para su devolución, al ser abonado por el I.N.C. la construcción de barracones, caminos y acceso a la finca, Iglesia, edificios oficiales, cerramientos, obras de urbanización, suministro de agua potable y energía eléctrica. Fueron subvencionados con el 40% de su valor las redes de acequias, desagües, pasos de acceso y las restantes obras de transformación de secano a regadío, viviendas para los colonos con sus dependencias agrícolas y cerramientos, la adaptación de antiguos edificios para viviendas de colonos, plantación de tipo forestal y árboles frutales. La amortización de las viviendas de los colonos, con sus dependencias y cerramientos, se realizara por parte de éstos en 40 años. Las restantes mejoras durante el período de acceso a la finca se amortizaran en 25 años. Dentro de las superficies asignadas a cada lote no se incluyeron las zonas ocupadas por bosquetes, jardines, terrazas granadinas, frutales, cementerio y poblado, asignándose como terrenos comunales entre todos los lotes las anteriores superficies. El total de capital invertido por el I.N.C. en las fincas Algallarín y El Paraíso ascendió a 71.950.663 pesetas.

Redactado y documentado Pedro Antonio Cuadrado Sánchez